martes, 5 de junio de 2012

Desesperación

Libre. A veces me gustaría ser como el viento. Igual de itinerante e inestable que él.
Poder estar hoy aquí, mañana allí. No saber qué va a pasar al día siguiente.
¿Mañana me espera una tenue brisa, o quizás un vendaval?


Ir y venir a mi antojo, deshojar margaritas, tomar el sol, sentir el mar y la arena entre los dedos. 
Caminar sin rumbo fijo ni horario, tumbarme entre el trigo maduro, notar como la corriente me arrastra río abajo mientras las piedras se clavan en los pies y me hacen resbalar.
 Oler la hierba mojada, escuchar a los grillos, el relincho de un caballo al atardecer.
Reír, reír, reír y tomar la luna.
Volver a experimentar con distintas texturas, pinturas y colores.
Descansar. O no.


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Pero siempre encuentro paredes que me lo impiden en esta ciudad de callejones sin salida y trampas mortales en cada esquina.

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