Puede que ya todo haya
acabado.
O puede quizás que nada
haya existido nunca.
También puede que
nuestra realidad no sea tal, y que sea sólo un sueño.
Un sueño de esos que se
tienen cuando llegas rendido a casa, te tumbas y automáticamente te
sumerges en un mundo de relativa calma donde tu inconsciente toma las
riendas y actúa con plena libertad.
Digo de relativa calma
porque, a veces, y de forma imprevista, soñamos algo que no habíamos
deseado y nos despertamos con un sobresalto y la frente llena de
sudor. ¿A quién no le ha pasado esto alguna vez?
El problema es que, una
vez recuperados de la pesadilla, cuando pasa el momento de mayor
tensión, nos sentimos temerosos de volver a cerrar los ojos. Y es
que los seres humanos siempre hemos temido todo aquello que no
podemos controlar.
Quizás por ello nos
asustan tanto las grandes catástrofes provocadas por la naturaleza,
y quizás gracias a esto siempre hemos intentado ser más fuertes que
esta. Me pregunto si este miedo ha sido lo que ha impulsado al ser
humano a la evolución, a crear barreras que frenen el poder
destructivo de la naturaleza.
Después de meditar esto
unos instantes, me pregunto el motivo de que esté escribiendo estas
reflexiones.
Sinceramente habría sido
una apuesta sobre seguro inventar un relato fantasioso ; o por el contrario, podría
pensar en aquella persona que ocupa un lugar especial en mi corazón
y dedicarle una entrada. Demasiado tópico.
Tras evaluar mis opciones
he elegido la que considero más acertada, la que más me identifica.
Por eso quizás he
preferido plasmar esa pequeña reflexión, para que en estos folios
quede reflejada una pequeña parte de mí.
Ya sé que en principio
puede parecer una tontería, pero para mí resulta mucho más
personal y característico de cada uno que simplemente escribir por
escribir.
Quizás la persona que lo
lea crea que simplemente son pensamientos inconexos que no le
interesan a nadie, pero son parte de uno mismo.
Son esas pequeñas ideas,
esos pequeños detalles que nos rondan por la cabeza durante las
largas noches de vigilia en las que por más vueltas que des en la
cama, el sueño no llega.
Nos es imposible
dormirnos pero tampoco nos levantamos para aprovechar el tiempo en
otra cosa sino que nos quedamos a solas, cara a cara con nuestros
pensamientos y es cuando surgen estas preguntas.
Hay quien las define como
quebraderos de cabeza o paranoias, aunque existen numerosas formas de
llamarlos.
Yo prefiero pensar que
son tan solo sueños.