miércoles, 9 de febrero de 2011

El Club de los Sueños Rotos

Harta de la jodida bombilla que parpadea justo encima de mi cabeza, como presagiando los últimos momentos de su efímera vida, trato de concentrarme en mis pensamientos, trato de lograr una solución fácil y rápida. Pero no lo consigo, no lo consigo.
El lugar tiene esa apariencia de haber pasado por tiempos mejores, como de vieja gloria, con las paredes revestidas de un cuero resquebrajado y ennegrecido por el paso del tiempo y las mesas de madera oscura y raída, ahora vacías.
Sin embargo no es difícil imaginar el gran comedor lleno de bullicio, repleto de gente, con los garçons de pajarita y zapatos de charol sirviendo las mesas apresuradamente mientras que en una mesa del fondo una pareja flirtea discretamente o un grupo de elegantes hombres de negocios trajeados cierran un importante acuerdo con un brindis de champagne y un habano en la mano.
Que puta puede ser la vida. Hoy estás en lo más alto y mañana ni tan siquiera aquellos a los que creías importarles te recordarán. Acabarán olvidándote, continuarán con su vida como si nada hubiese sucedido mientras te hundes en el abandono y, quizás en un día nostálgico les vendrá a la cabeza tu nombre y recordarán una vaga idea sobre tu persona. Eso con suerte.
Tras este pequeño circunloquio, como decía, mientras me hallaba perdida entre mis cavilaciones para lograr ordenar mis pensamientos y tomar una decisión, fui consciente de un detalle que había pasado por alto: quizás el error había sido la forma que tenía de enfrentarme a la vida.
En ese mismo instante, la bombilla exhaló su último suspiro tras un parpadeo más intenso de lo habitual.
Mientras buscaba en el aparador una caja de cerillas o, con suerte una vela, una idea iba tomando forma en mi cabeza lentamente, invadiendo hasta el último rincón de mi mente, contaminando mi pensamiento como una mancha de fuel en el mar.
El quid de la cuestión, el porqué de la situación en la que me encontraba residía única y exclusivamente en mi bondad, en mi falta de suspicacia.
En un momento de lucidez, entre sorbo y sorbo de mi copa de bourbon a la luz de una candela casi consumida por completo, decidí dejar de engañarme de una vez por todas.
Siempre con una palabra amable en la boca, con una sonrisa reconfortante, ¿para qué?. ¿Para conseguir que la gran mayoría de los mortales se aprovechase de mi disposición a ayudar? o, ¿quizás para que el resto se compadeciese de mi candidez?
Bah, podía ser buena, pero no tonta.
Lo mejor que podía hacer era colocar de nuevo la coraza que durante algún tiempo acompañó a mi corazón e impidió que lo hirieran. Lo mejor para mi, lo mejor para todos.
Me levanté lentamente y encendí un cigarrillo mientras le echaba un último vistazo al pintoresco lugar y caminaba con paso decidido hacia la salida.
Desde ese momento no iba a vacilar ni un solo instante a la hora de actuar.
Una vez en la calle la fría brisa invernal que se colaba por entre las callejuelas adoquinadas, penetró en mis pulmones y me regaló el último gramo de fuerza que necesitaba para continuar viviendo. Desde ese preciso instante nadie volvería a conseguir achantarme.
La propia vida me había convertido en una chica mala.
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Si algo he ido aprendiendo a lo largo del tiempo es la cantidad de egoísmo y superficialidad que puede albergar el alma humana y, habiendo llegado a la conclusión de que las mejores armas para combatirlos son el desprecio y la indiferencia, sólo queda levantar la barbilla y que les den por el culo.

4 comentarios:

TRUPP dijo...

wwoooooooooow... pero tampoco hay que pasarse. la solucion reside en diferenciar a aquellas personas que valen la pena.
Muy radical, pero me encanta.

Jose Jobo dijo...

Es radical, pero el final se esconde muy bien de la hipocresía que tanto odio.
Gracias por mantener en mí la confianza en el género femenino. Un gran principio para un, probablemente, gran blog. !!

Jose Jobo dijo...

Por cierto, cambia la hora del blog porque la tienes un poco más (a todos nos ha pasado). Y la canción de Julia Stone me gusta mucho mucho mucho, me ha llenado de oxígeno mis pulmones :)

Jose Jobo dijo...

Queremos más entradas, YA! :D