miércoles, 15 de agosto de 2012

Papillon

Por una vez (sin que sirva de precedente) voy a utilizar la segunda persona del singular como debe de ser, no para referirme a mí misma.
Tú.
Harta de tanta duda, yo, de preguntarle al viento...

Ups. No, no, comenzaré de nuevo...

Me conoces. Bueno, crees que me conoces. Yo a ti sí. Y bien. Mejor de lo que tú crees que te conozco. Eso se me da bien, mira, lo de calar a las personas. Es muy útil, además.

Tú, querida, que viajas por el mundo en vuelo comercial; tú, que sigues las sendas de la moda y el camino de lo inerte; tú, que tratas de no conocerte a ti misma por miedo a lo que te puedas encontrar; tú, que tratas de entrar por esa puerta de problemas en el curro y comidas los domingos.

Te confesaré una cosa que creo que deberías saber:
Esos intentos tuyos de cerrar los ojos y enterrar la cabeza en la arena; de no hablar contigo misma, de cerrarte a tu corazón, no funcionan. Y lo siento, de verdad.
La culpa fue del cha-cha-cha.

La culpa fue de aquellos que nos prometieron la felicidad eterna y no sabían cambiarnos el pañal; la culpa fue de los de arriba, de los comunistas y de maría santísima.
Por no avisarte. Por no avisarte de que la vida no es un camino de rosas, de que los reyes no son los padres; que el "ya te llamaré" en realidad es un "cuando me aburra llamo a ésta para follar", que los gamusinos no existen y que huir de los problemas con aparente normalidad fuese posible.

"El viaje" no existe.

No puedes pretender subir un peldaño más en la escalera si el de abajo no está bien firme. Te caerás.
Pero lo jodido de caerse no es la caída en sí, sino no saber que estás cayendo. Porque la hostia es mayor. Te pilla desprevenida.
Observa, por favor, ¿a tu alrededor notas algo distinto?
¿Te suena de algo el "pues si le cae mal a todo el mundo, por algo será"?

Un aviso. Dos avisos. Tres avisos. No esperes que sigan siendo eternos.


Date cuenta de que papi no va a estar siempre detrás de su niñita para que no se caiga de los bordillos.

Que Dios aprieta y a veces cuando se cansa acaba ahogando.
A ver, para que me entiendas: aunque te fumes un canuto, tu vida de mierda no va a cambiar, coño. Espabila, mejora y cuando veas que todo está bien, fúmatelo para celebrarlo. Así, sí.

Ah, y tranquila. Puede que sea mi momento de desaparecer de tu vida, quién sabe...
Pero no te preocupes. Siempre habrá una loba en algún lugar esperando amamantarte.
O quizás tengas que aprender a buscar tú la comida.

Si te pasa lo segundo, llámame.
Estaré más que dispuesta a colarme otra vez en tu vida.

1 comentario:

Jose Jobo dijo...

Esto solo ha sido una visita puntual?